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Los dominicanos se contagian de la estrategia de MLB para reducir los jonrones

Por Nathanael Pérez Neró
Casi una temporada completa después de enviar 48 pelotas fuera del parque, Vladimir Guerrero Jr., acumula 27 jonrones, la mayor cantidad para un dominicano en el curso y se apunta como el candidato en llegar primero a los 30 si es que alguien lo conseguirá.
Si bien la carrera de Albert Pujols por alcanzar los 700 vuelacercas y la de Aaron Judge por romper la marca de la Liga Americana en una campaña (61 en 1961) copan titulares lo cierto es que la MLB vive esta temporada un descenso significativo en la producción de cuadrangulares.
Cuando resta menos de un mes de acción a la fase regular, la media ha bajado hasta los 1.07 HR por encuentro desde los 1.22 el curso anterior. Es la más baja desde 2015 (1.01).
En términos brutos, en 2021 se despacharon 5,944 jonrones y cuando faltan 27 fechas para bajar el telón se han disparado 4,270. Tan cerca como en 2019 se estableció la marca en una zafra con 6,776 y la otra ocasión donde se había superado el umbral de los seis mil fue en 2017 (6,105).
Los dominicanos no están ajenos de esa epidemia. Además de Guerrero, Willy Adames (26), Manny Machado (26), José Ramírez (26), Rafael Devers (25), Juan Soto (24) y Julio Rodríguez (23) llegan al último mes de la campaña con opciones de navegar hasta la costa de los 30.
Desde que en 1966 Felipe Alou desapareció 31 pelotas para los Bravos los quisqueyanos han tocado la respetable cifra de la treintena en 160 ocasiones.
El techo se alcanzó en 2004 cuando hubo 11: Adrián Beltré (48), Pujols (46), Manny Ramírez (43), David Ortiz (41), Moisés Alou (39), Vladimir Guerrero padre (39), Aramis Ramírez (36), Alex Rodríguez (36), Sammy Sosa (35), Miguel Tejada (34) y Tony Batista (32).
La estación 2021 hubo ocho, al igual que en 2019. No era lo común, después de que Felipe abriera la puerta pasaron 11 años para ver el segundo (Ricardo Carty en 1977) y el primer año con más de uno llegó en 1995 cuando Sosa y Manny lo consiguieron. Desde ese año hasta que en 2020 el COVID-19 recortó el calendario a 60 partidos siempre hubo al menos dos duartianos que rebasaron ese listón.
¿Los 40? Es un círculo menor, que este año luce tarea difícil de conseguir para los dominicanos. Desde que George Bell se apuntó como el primero en 1987 en otras 47 ocasiones se consiguió.
El factor principal
La MLB quiere más contacto y más pelotas en juego, y más acción en el campo en general. La idea es que, al amortiguar la pelota y hacer que los jonrones sean más difíciles de batear, los bateadores se centrarán en cambio en el contacto.
En 2021 hubo 10 equipos que utilizaron cápsulas con temperatura controlada para guardar las pelotas. Ahora los 30 clubes tienen un humidor, y este lleva la pelota a una humedad promedio. Seca la pelota en climas húmedos y la “moja” en climas secos. Cuanto más seca está la pelota de béisbol, más vuela.
Usar el humidor en los 30 parques le da consistencia al béisbol, al menos en teoría. Hay tantas variables en juego que son imposibles de cuantificar.
Cómo se transporta la pelota desde la fábrica de Rawlings en Costa Rica a cada ciudad de la MLB, cuánto tiempo se almacena la pelota en el humidor y todo tipo de otras cosas importa bastante. Cada vez que una pelota se calienta y se enfría, sus propiedades físicas cambian. Todo en la pelota (el cuero, el corcho, etc.) experimenta desgaste, a falta de un término mejor.
El humidor tiene el mayor impacto en climas extremos como la Florida pantanosa (incluso en un domo) o el desierto de Arizona, pero puede marcar una cierta diferencia en todas partes.

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