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Dominicanos entre los migrantes que deambulan por las calles de Nueva York

Tras su llegada a Nueva York desde un largo viaje en los autobuses enviados por el gobernador de Texas, Greg Abbott, un grupo de migrantes, entre ellos venezolanos y dominicanos, van de puerta en puerta por un vecindario de Staten Island pidiendo comida, ropa y trabajo.

Entre ellos está el dominicano Enrique Reynoso quien junto a su esposa Yudellka Encarnacion, de 22 años, y su pequeño hijo emigraron al país, pero la ayuda ha sido insuficiente por no decir ausente.

Antes de venir aquí nos dijeron que un trabajador social vendría a ayudarnos”, dijo Reynoso, “pero la mayor parte de los que nos dice es: “No tengo esa información para ti”, agregó.

Para Enrique y su esposa lo más importante es saber dónde llevar a su hijo si se enferma, dónde puede ir a la escuela y cómo puede conseguir un empleo para garantizar el sustento de su familia.

La familia dominicana llegó a Staten Island bajo la promesa de que permanecerían por cinco días, sin embargo, otros migrantes en su misma situación han permanecido en la ciudad por más de dos semanas, sin saber los próximos pasos que deben dar

“He ido de puerta en puerta a los negocios pidiendo un trabajo, pero muchos de los negocios dicen que como no tengo papeles no me pueden dar trabajo”, lamentó el hombre de 25 años.

A la falta de empleo y de recursos económicos de los migrantes, se suma que muchos de ellos no estaban preparados para las altas temperaturas de la Gran Manzana.

Los recién llegado se hospedan en una propiedad de Travis-Chelsea, que incluye varios hoteles como Staten Island Inn, Holiday Inn y Fairfield Inn and Suites Marriot, según informó The New York Post.

“No tenemos ropa y no comemos bien, necesitamos un lugar para trabajar”, señaló Geraldine Silva, una venezolana de 31 años que tiene unas semanas en el Staten Island Inn, hotel que ya se encuentra a su máxima capacidad y que espera la llegada de más migrantes en nuevos autobuses, según el diario estadounidense.

La situación del vecindario de clase media se divide entre los lugareños que se quejan por la cantidad de migrantes que han recibido y los indocumentados que no tienen los insumos necesarios para sobrevivir, lo que los ha llevado a deambular por las calles pidiendo ayuda, elevando la crisis migratoria en Nueva York a otro nivel.

“Estaban hablando español. Solo dije que solo hablo inglés. Fue como tres veces”, dijo Terrence Jones, un dueño de negocio que fue sorprendido por varios migrantes que tocaron el timbre de su residencia.

“Estaban desnudos, tenían pantuflas, una manta de la Cruz Roja. Pensé que era raro”, recordó el señor de 56 años.

Mientras, un empleado del hotel donde se hospedan el grupo de migrantes dijo que, “Por qué tenemos 50,000 personas cuando podrían haberlas enviado a otro Estado. Estamos a 10 minutos de Nueva Jersey, Aquí no hay nada”, dijo el empleado al tiempo que explicó que no hay nada para que los inmigrantes compren y laven su ropa.

“No tengo idea de cómo lo van a hacer”, reflexionó el joven empleado.

Otros vecinos del lugar han aportado con ropa, incluso dueños de restaurantes les han dado de comer, sin embargo, externan su preocupación de que esta situación lleve a los inmigrantes a hacer algo desesperado.

Los migrantes se encuentran sin ropa, en un lugar desconocido, donde no pueden acceder a servicios médicos ni a farmacias ni a comprar comida por sí mismos, pese a estar en hotel, donde por lo menos permanecen juntos los miembros de una misma familia.

“Dejar a la gente en un motel de carretera es malo, pero dejar a la gente, que está desesperada por satisfacer sus necesidades en un vecindario sin pocas opciones es mucho peor, dijo el concejal de la ciudad Joe Borelli.

El alcalde de Nueva York, Eric Adams, declaró el pasado viernes el estado de emergencia para responder a la llegada durante los últimos meses de miles de inmigrantes y demandantes de asilo, muchos de ellos enviados en autobuses por las autoridades del estado de Texas.

Según el alcalde, desde el pasado abril más de 17,000 demandantes de asilo, en su mayoría suramericanos, han sido enviados en autobuses a Nueva York desde la frontera sur de Estados Unidos.

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